La leyenda del hada del lago

Leyenda gales

Cuenta una antigua leyenda de Gales, que había una vez un joven que solía pasear con su ganado junto a un lago pequeño ubicado muy cerca de las Montañas Negras.

Era este un joven sencillo y campechano, que simplemente apacentaba su ganado en los terrenos cercanos al lago sin hacerle daño a nadie.

Un día, el joven observó como una bellísima criatura aparecía en el centro del lago, encima de una barca dorada. El joven no podía apartar sus ojos de esa hermosa criatura, una joven hada de la que se enamoró al instante.

El pastor ofreció al hada un trozo de su pan. No obstante, la joven hada lo rechazó alegando que estaba un tanto duro. Acto seguido desapareció.

El joven llegó desolado a casa, implorando a su madre para que le preparara un pan mucho más blando para el día siguiente. La mujer le dio una masa sin cocer, y así, al día siguiente, el joven pastor al ver al hada se la ofreció. Desgraciadamente, el hada dijo que ese pan estaba demasiado blando. Acto seguido desapareció.

El tercer día, la madre del pastor entregó a este un pan poco cocido pero con un ligero color tostado. El hada aceptó agradecida esta tercera ofrenda y se la comió. Tras ello desapareció súbitamente ante los ojos perplejos del joven. No obstante, acto seguido emergieron tres figuras del lago, un viejo y dos preciosas hadas exactamente iguales a los lados.

El viejo habló con el pastor y le dijo que estaba dispuesto a ofrecerle a su hija, de la cual sabía estaba enamorado, si era capaz de reconocerla. Era un trabajo realmente difícil pues ambas eran prácticamente idénticas. No obstante, la joven hada, que también sentía amor por el joven, dio un pequeño pasito al frente mostrando sus zapatos, algo que finalmente terminó por ayudar al joven en su elección.

El viejo y padre de ambas hadas ofreció una gran dote a su futuro marido. No obstante, le advirtió de que las hadas pueden ser seres contradictorios y bastante impredecibles. Aun así, si reprendía más de tres veces a su esposa, definitivamente la perdería.

La pareja vivió una vida feliz en la que contaron con varios hijos. No obstante, como le había adelantado el hombre, el hada era bastante impredecible. Lo mismo podía cantar en un funeral que llorar en una boda. Así, hasta tres veces su marido se vio en la obligación de reprenderla. Finalmente ella le abandonó, como bien había anunciado su padre. No obstante, desde entonces visitó todas las noches a sus hijos, para mostrarles su afecto y algunos que otros secretos de medicina natural.

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Categorias: Cultura y tradición galesa



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